1) Prepararse para ser más medidas y competir más:
Para mantenerse “vivas”, las universidades deben poner en indicadores todo su actuar, pues empresas, oficinas del Estado, medios de comunicación y académicos, en general, están recurriendo a las métricas para evaluar el impacto del trabajo académico. Esto implica tener indicadores para demostrar la salud financiera y la sostenibilidad.
Además, las universidades deben comprender mejor a sus estudiantes, y entender mejor a quienes y cómo pueden servir, conectar sus ofertas académicas con el mundo laboral en constante cambio y buscar asociaciones para modernizar su enfoque.
2) El fin de las admisiones tal como lo conocemos:
Las reglas de la competencia en el ingreso a la universidad simplemente cambiaron, lo que llevó a más universidades a adoptar tácticas de venta dura que se parecen notablemente a las de la industria minorista. Están utilizando incentivos especiales para tratar de concretar sus clases entrantes antes, atraer a los estudiantes que se han comprometido con otras universidades e incluso persuadir a los estudiantes que ya se inscribieron en otros lugares para que se transfieran.
3) La próxima ola de #MeToo:
El movimiento #MeToo en los campus ha alentado a más víctimas de agresión sexual a hablar y a más tomadores de decisiones a creerles. El impulso está creciendo para llevar el movimiento más allá: una regulación más estricta de las interacciones que ponen en riesgo a las personas. Un alcance más amplio de comportamiento prohibido. Consecuencias duraderas para los perpetradores que los hacen responsables ante toda la comunidad.
Las universidades y las agencias de financiación están cambiando sus políticas. La membresía en la Academia Nacional de Ciencias ahora puede ser revocada por acoso sexual u otro comportamiento inaceptable. Quizás un comienzo sea prohibir todas las relaciones románticas entre el profesorado y los estudiantes, incluidos los estudiantes de posgrado y los adultos mayores.
4) Reconocimiento y financiamiento de “doctorados” no formales:
Departamentos académicos están comenzando a dar créditos por actividades, en el pasado, no lo tendrían si no fueran un programa doctoral. Otras acciones comienzan a cobrar valor académico: Colaboraciones con organizaciones fuera del campus, evaluaciones parciales en lugar de exámenes completos, cursos para científicos en el lado comercial de la investigación. Un podcast, un álbum de rap o un cómic en lugar de una disertación tradicional. En el fondo lo que se busca es que los doctores demuestren de forma más práctica su actuar.
5) Cuidarse del impacto legal de todas las acciones “académicas”:
Así lo muestra la realidad del último año frente a las decisiones judiciales en las universidades por el comportamiento de sus administradores, miembros de la facultad y estudiantes, acompañado del panorama gris de cierres, fusiones y quejas del personal, junto con un aumento en las demandas colectivas y sentencias judiciales. ¿Un lugar donde probablemente no deberías reducir costos? Su oficina de asesoría general, dice el informe.
Tomado de: https://www.universidad.edu.co/