En efecto, promover la formación integral es el fin o propósito último de las Misión institucional y el primero de los objetivos estatutarios; con él se alcanzan todas las metas. Por lo tanto, la formación integral propiciada en la USTA no se enmarca sólo en la afirmación de un humanismo trascendente, sino que implica la posibilidad real, en la práctica educativa de múltiples oportunidades, facilitadora del desarrollo del pluridimensional universo personal de cada uno de los miembros de la comunidad universitaria.
Por lo anterior, la estructuración curricular no se reduce a la concepción de un plan de estudios o al espacio del aula de clase o al discurso formal o informal del docente. Debe tener en cuenta los símbolos, lenguajes, comportamientos, costumbres, imaginarios, estilos de estudiantes, docentes, directivos, administrativos. Éstos constituyen un entramado de interacciones y construyen mentalidades, maneras de pensar y de actuar compartidas, con efecto formativo.
La persona es la realidad más alta entre todas las del mundo
(Santo Tomás de Aquino)