Responder de manera ética, creativa y crítica a las exigencias de la vida humana es la primera meta o término del proceso formativo en nuestro claustro universitario; por esto, la misión institucional hace gran relevancia en la necesidad de propender por una “formación integral” de los sujetos o, como lo afirmaría Santo Tomas el “estado perfecto de hombre en cuanto hombre”. En este sentido, el proceso formativo de nuestros estudiantes debe llevarlos a ser conscientes de su contexto, sus necesidades, sus problemáticas y, por ende, estar en la capacidad de proponer alternativas que permitan responder a las exigencias de la realidad actual.
Esa capacidad de respuesta deberá ser “ética”, es decir, con disposición para el control reflexivo y acción valiosa frente a las distintas propuestas morales vigentes. Tal control reflexivo o aptitud estimativa debe fundarse, sin duda alguna, en una comprensión personal del mundo de los valores relacionados con la acción moral.
Ante las necesidades y problemáticas sociales de nuestra realidad, es responsabilidad, de quienes se han educado bajo el principio de formación integral, asumir una actitud crítica, actos más éticos y procesos más creativos.
